Actium, mucho más que una batalla
El 2 de septiembre del año 31 a.C. se libró una de las numerosísimas batallas que conocemos de la Antigüedad, la batalla de Actium (o Accio, si no usamos el latín). Sin embargo, en ésta las consecuencias no fueron sólo la posible pérdida de territorios de una de las partes, sino un cambio mucho más importante, pues a partir de ese momento ni Roma ni Egipto volverían a ser los mismos.
Tras el asesinato de César (44 a.C.), Roma vivió una época extremadamente convulsa a nivel político: por un lado, estaban los partidarios del Senado, una institución creada para gobernar de forma más “igualitaria” (siempre y cuando fueras noble o tuvieras mucho dinero, tú ya me entiendes) y evitar los riesgos de un monarca déspota; entre los partidarios del Senado estaban los asesinos de Julio César, quienes cometieron el crimen precisamente al constatar que el general cada vez iba asumiendo más poder en sus manos, equiparándose peligrosamente a la monarquía que fue abolida en su día. Por otro lado, estaban los partidarios de César; sobre todo su heredero, Octavio, y el que fuera uno de sus más cercanos colaboradores, Marco Antonio.
El Senado estaba constituido por hombres ricos, así que tenía el dinero; Octavio y Marco Antonio, tenían el control de los ejércitos. Durante un tiempo, el precario equilibrio que suponía esa situación se fue manteniendo (muerte arriba, muerte abajo), básicamente porque todos, al final, se necesitaban. Y también porque Marco Antonio era muy popular entre el pueblo romano, cosa que el Senado no podía obviar; y Octavio era el heredero de César, cosa que tampoco…
Pero Marco Antonio tensó demasiado la cuerda, al mantener una relación matrimonial con Cleopatra, reina de Egipto, con el consiguiente desprecio hacia su esposa romana (2ª esposa), Octavia, que era nada menos que la hermana de Octavio. La popularidad de la que gozaba entre el pueblo desapareció por ese motivo, y también por el hecho de legar en su testamento las provincias de las cuales tenía el mando (y que, por tanto, pertenecían a Roma) a los hijos que tuvo con la reina egipcia; además de reconocer a Cesarión, el hijo que Cleopatra tuvo con Julio César, como heredero del mismo, en detrimento del propio Augusto, que era su heredero reconocido en el propio testamento de César.
Todos sabemos lo que pasó en Actium: derrota de la tropa egipcia, huida de Cleopatra a Egipto, suicidio de Marco Antonio, y posterior suicidio de Cleopatra al darse cuenta que lo único que quería Octavio de ella era llevarla a Roma como trofeo de guerra. Pensar que se suicidó por amor es bonito… pero no hay que olvidar que era faraona de Egipto; otras cosas tendría en la cabeza.
Actium supuso un antes y un después para ambas potencias: Egipto dejó de ser un reino independiente, y pasó a convertirse en provincia romana. Mientras que Roma se convertiría, de la mano de Octavio (proclamado Augusto), en la monarquía que tanto había temido el Senado. Octavio Augusto se convirtió en emperador; él consiguió la ansiada paz, que duró lo que duró su reinado. Después, todo volvieron a ser conjuras, conspiraciones y emperadores, en muchas ocasiones, totalmente ineptos para el cargo.
Marta Villanueva
Co-fundadora de Antiquitas, Cultura y Humanidades
Imagen: Batalla de Actium, Laureys a Castro (c.1640-1700)