“¡Cuídate de los Idus de Marzo!” *
Eso es lo que le dijeron a Julio César, pero él, el hombre más poderoso de su tiempo en aquel momento, no tenía por qué hacer caso a un viejo adivino. Y así le fue.
Antes que nada, ¿qué significa idus? Con esta palabra se designaba aproximadamente la mitad de cada mes, considerado un momento lo suficientemente propicio como para diferenciarlo del resto del mes, seguramente por su vinculación con la luna llena. Los idus se celebraban el día 13 de cada mes, excepto en los meses de marzo, mayo, julio y octubre, cuando se celebraban el día 15; esto es así porque el antiguo calendario romano era lunar, y era necesario realizar estos ajustes. En ese calendario más antiguo, además, marzo era el primer mes del año, así que los idus de marzo coincidirían, no sólo con la primera luna llena del año, sino también con las celebraciones propias del inicio del año en su momento. Un día, por tanto, especialmente propicio… aunque no para César.
Gracias a Plutarco conocemos la anécdota más curiosa de este aciago día:
Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido [a César] del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado».
Los éxitos militares de Julio César le encumbraron a lo más alto de la escena política romana. Tanto es así, que cada vez más se extendía la sensación de que lo que realmente ambicionaba era restaurar la monarquía, con él como rey, por supuesto. Así que se urdió un complot para asesinarle, en el cual estaban involucrados varios de sus hombres de confianza, entre ellos Bruto, un hombre al que tenía en gran estima y que en ocasiones se ha señalado que podría haber sido hijo suyo, pero esta afirmación no tiene ningún fundamento. La famosa frase “¿Tú también, Bruto, hijo mío?” es de William Shakespeare, en su obra Julio César; y seguramente (si es que algo así llegó a ser pronunciado) no fuera más que un apelativo cariñoso, igual que podríamos utilizarlo hoy día. Suetonio, sin embargo, señala que, según testigos presenciales, César no dijo nada en el momento de su muerte.
La paradoja es que Julio César fue asesinado porque tenía demasiado poder en sus manos, y se temía que restaurara la monarquía. Sin embargo, después de las guerras civiles que siguieron a su asesinato, se declaró vencedor Octavio, más tarde conocido como Octavio Augusto, precisamente el primer emperador de Roma. Así que simplemente se llegó al mismo punto que se quería evitar… La muerte de César representa pues un momento histórico muy destacado en la Historia de Roma, el paso de la República al Imperio.
Estudiar los acontecimientos que nos han precedido en el tiempo es fascinante. Debido a ellos, y a sus consecuencias, somos lo que somos. ¿Qué hubiera pasado si César no hubiera sido asesinado, por ejemplo?¿Se hubiera convertido en rey?¿Se hubieran evitado las luchas fratricidas que siguieron a su asesinato? ¿Sería el mundo actual tal como lo conocemos? Evidentemente, nunca lo sabremos.
Lo que sí podemos asegurar cuando nos adentramos en el estudio de la Historia de la antigua Roma es que lo verdaderamente difícil era… morir de viejo.
Marta Villanueva
Co-fundadora de Antiquitas, Cultura y Humanidades
* William Shakespeare, Julio César
Imagen: Vincenzo Camuccini, Asesinato de Julio César en el Senado (1806), Museo di Capodimonte (Nápoles, Italia)