¡Espartanos, vencer o morir! *

¡Espartanos, vencer o morir! *

Muchas personas se acercaron a la cultura espartana a raíz de la portentosa película 300 (Zack Sneyder, 2007), en la cual se narra la famosísima Batalla de las Termópilas, que enfrentó a ejércitos griegos contra el invasor persa. El film, con una estética muy cercana al cómic y con alguna que otra licencia histórica (que perdonamos, dado el espectáculo que nos brinda), nos presentaba a los espartanos como unos poderosos guerreros, no en vano toda su vida estaba dedicada a un durísimo entrenamiento, destinado a prepararlos de manera excepcional para el combate cuerpo a cuerpo. Su mayor anhelo era morir por la gloria de Esparta, conformando de esta manera uno de los ejércitos más temibles de la Antigüedad. Tan seguros estaban de su poderío militar que su ciudad no tenía murallas, al contrario que todas las otras ciudades de la Antigüedad.

Esparta fue una de las principales polis del territorio griego, mucho antes que naciera el concepto de Grecia. Pero a pesar de ser vecinos, el modo de vida espartano difería mucho del de los atenienses, tebanos, corintios y demás pueblos de la península; su sistema social estaba basado en la igualdad de todos los ciudadanos espartanos – mujeres incluidas – y en su preparación desde muy temprana edad para la guerra. Sin embargo, hay que tener en cuenta que Esparta no era un Estado totalmente igualitario: sí para sus propios ciudadanos, pero no para la gran cantidad de esclavos que les servían, y que facilitaban precisamente que los espartanos pudieran dedicarse exclusivamente a sus entrenamientos.

Consecuencia de un pueblo consagrado a la guerra, cuando nacía una criatura, era meticulosamente examinada en busca de cualquier deficiencia o discapacidad, por pequeña que fuera. Los bebés “no aptos” eran abandonados o directamente asesinados; Esparta no podía permitirse ciudadanos dependientes.

Hacia los 7 años, los niños eran separados de sus familias para empezar a formarse como verdaderas máquinas de matar, sometidos a durísimas pruebas de supervivencia desde tan temprana edad. Los que sobrevivían eran auténticos espartanos, los superhombres que protegerían su patria con sus vidas sin vacilar.

El estatus de las mujeres también era muy diferente de sus coetáneas, no sólo de otras partes de Grecia sino de todo el mundo antiguo. Las espartanas podían ejercitarse junto a los hombres en toda clase de ejercicios gimnásticos, siendo dueñas de sus cuerpos y sus mentes; muy diferente de las atenienses, por ejemplo, a quienes sus maridos o padres impedían incluso caminar solas por las calles. Y esto era así porque, como se cita en Plutarco, sólo las mujeres espartanas daban a luz a verdaderos espartanos (Moralia, 225A y 240E). Sin embargo, en ninguno de los órganos de poder espartanos estaba incluida alguna mujer.

Esparta, Atenas, Argos, Corinto, Tebas, son sólo algunas de las numerosas ciudades-Estado que poblaron el territorio griego en la Edad Antigua. Sus habitantes fueron protagonistas de hechos históricos que subyacen en la base de nuestra civilización occidental, igual que los de Egipto o Mesopotamia. Por eso es tan interesante leer sobre ellos. Por eso debería ser tan importante – imprescindible – saber de ellos.

Marta Villanueva

Co-fundadora de Antiquitas, Cultura y Humanidades

* Quilón de Esparta, uno de los Siete Sabios de Grecia

Imagen: fotograma de la película 300

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