«Grande es el grande cuyos grandes son grandes» (*)

«Grande es el grande cuyos grandes son grandes» (*)

Esta frase, que podríamos encontrar en cualquier manual de empresa o de liderazgo, en realidad pertenece a un antiguo texto egipcio, conocido como las Instrucciones para Merikaré. En él, un faraón – llamado probablemente Hety – instruye a su hijo y heredero Merikaré en cómo ser un buen gobernante. Merikaré fue uno de los últimos gobernantes de la Dinastía X, aunque la copia que nos ha llegado debe proceder del Reino Medio, de las Dinastías XI o XII.

Esta obra se enmarca dentro de la denominada “literatura sapiencial”, que alcanzó un gran predicamiento en el Reino Antiguo, continuando su proyección durante el Reino Medio. Dichos textos son una mezcla de buenas maneras y ética, una especie de instrucciones – precisamente – para la vida, destinadas a convertir a su destinatario en un  hombre sabio y prudente, justo y generoso. El “profesor” es siempre un hombre mayor, que ha alcanzado la edad de la sabiduría, e instruye a un alumno  (o a su hijo) sobre la manera correcta de comportarse en la sociedad. Ptahhotep, Amenemope, Kagemni… son algunos de los ejemplos de autores de esta clase de literatura. Un caso algo diferente sería el de las Instrucciones para Merikaré o las de Amenemhat I (a su hijo Sesostris I), donde es un rey quien instruye a su heredero; por tanto, los “consejos” varían en su naturaleza, pues van dirigidos a un gobernante, no a una persona “normal y corriente” que simplemente busca vivir en paz con sus semejantes.

Llama la atención en estos textos el humanismo que los impregna. En las instrucciones reales aparece la figura del faraón como protector de su pueblo, tanto en su vertiente militar (“Construye pues fortalezas para ti, porque el enemigo ama la destrucción y las acciones miserables”, op.cit., p.93) como paternal (“No seas malvado, la clemencia es buena”; “Practica la justicia y perdurarás sobre la tierra. Apacigua al que llora; no oprimas a la viuda; no apartes a un hombre de las posesiones de su padre”, op.cit., p.91).

Pero también hay que leer atentamente estos textos, para encontrar en ellos pinceladas de la historia del antiguo Egipto; en el caso del texto que nos ocupa, se nos relatan detalles del final del Primer Período Intermedio, detalles valiosísimos dados los pocos datos que se conservan de dicha época.

Textos, relieves, pinturas, esculturas, pequeños objetos de usos cotidiano… todo sirve al investigador para ir rellenando poco a poco las lagunas de la Historia. Apasionante, ¿no crees?

 

(*) Serrano Delgado, J.M. (1993): Textos para la Historia antigua de Egipto, Madrid: Ed. Cátedra, p.90

Imagen: Paleta de escritura y pinceles de la princesa Meketatón (ca. 1353-1336 a. C.), Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

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