Nefertiti y Cleopatra, las dos reinas de «nuestro» Egipto (I)
Alguien dijo que mientras Cleopatra era una historia sin rostro, Nefertiti era un rostro sin historia. No he podido encontrar al autor de la frase, pero no pudo estar más acertado. Ambas son un ejemplo de aquellas grandes figuras históricas que todo el mundo conoce, aunque únicamente pueda decir sobre ellas que fueron reinas de Egipto.
El busto de Nefertiti es considerado una de las obras maestras del arte antiguo. De una belleza de proporciones perfectas, supone un verdadero retrato de la reina egipcia, algo a lo que no nos tiene acostumbrados el arte egipcio. La época en que vivió Nefertiti es la llamada amarniana, y supuso un cambio total en cuanto a la religión y el arte (muy ligado al aspecto religioso) del país del Nilo. Se aprecia un interés por un arte más naturalista, de ahí que haya obras como dicho busto, o una cabecita de la reina Tiyi (suegra de Nefertiti) que nos muestran realmente cómo debían ser ambas, más allá de otras representaciones absolutamente marcadas por los cánones artísticos imperantes.
Durante mucho tiempo, lo único que se sabía de ella era lo que nos mostraba su imagen: que fue extremadamente hermosa. Más tarde, se conocieron otros aspectos de su biografía: fue la Gran Esposa Real del faraón Ajenatón, quien empezó a reinar bajo el nombre de Amenhotep IV (lo de IV es obra de la historiografía moderna, claro), quién hacia el año séptimo de su reinado decidió dar un giro insospechado en la política y la religión del país. Egipto dejaría de adorar a multitud de divinidades para centrarse en una única: Atón, cuya imagen era un sol con sus rayos acabados en delicadas manitas que parecía que acariciaban a quienes quedaban bajo él.
Esta época de la historia de Egipto es fascinante, aunque realmente sea la “menos egipcia”. Durante diecisiete años se mantuvo el reinado de Akhenatón, durante el cual, como apuntaba más arriba, también sufrieron una revolución los cánones artísticos.
A medida que se fueron descubriendo representaciones de la época, nos fuimos dando cuenta de la importancia de Nefertiti: siempre aparece junto a su marido, a veces adorando a Atón, otras en encantadoras escenas familiares llenas de ternura… y en alguna ocasión, también oficiando sola. La sorpresa llegó con el descubrimiento de un relieve en el que se ve a Nefertiti en la típica escena llamada “masacre del enemigo”, en la cual se ve a la reina cogiendo a un enemigo por el cabello, y con la otra mano levantando una maza para golpearle. Esta escena siempre está ligada al rango de faraón. Así pues ¿fue Nefertiti faraón de Egipto?
Cada vez es más aceptada esa teoría. Se ha encontrado también algún otro relieve con dos personas, una frente a la otra, ambas con corona de faraón, y en algún caso, con un gesto explícitamente cariñoso entre ellas. ¿Fue Nefertiti corregente junto con Ajenatón, a quien sucedería tras su muerte? Como suele suceder, estas representaciones tan interesantes son anepigráficas, es decir, no aparece en ellas nada escrito que nos pueda dar una idea de quién pueden ser sus protagonistas. Y suelen ser, también, objeto de un enconado debate entre especialistas.
Nefertiti sigue siendo básicamente un rostro, al menos para el público en general, pero ahora ya con una parte de historia detrás. Lo maravilloso del antiguo Egipto es que queda mucho todavía por descubrir, y cada nuevo hallazgo nos puede dar respuestas… y – lo mejor – muchas más preguntas.
Imagen: Busto reina Nefertiti, Neues Museum, Berlín.