Tutankhamón, el descubrimiento

Tutankhamón, el descubrimiento

“Justo había llegado a la excavación al día siguiente [4 de noviembre] cuando un extraño silencio, producido por la interrupción de los trabajos, me hizo darme cuenta de que había ocurrido algo fuera de lo normal. Se me recibió con la noticia de que se había descubierto un escalón tallado en la roca bajo la primera cabaña que se había derruido. Parecía demasiado bueno para ser verdad (…)”.

Éstas son las palabras con las que Howard Carter describe en su diario de excavación el emocionante momento en que se dio cuenta de que, por fin, habían encontrado la tumba de Tutankhamón. Un faraón, por otra parte, desconocido, del cual el mismo Carter llegó a decir: “de Tutankhamón sólo sabemos que murió y fue enterrado”… Sin embargo,  él y Lord Carnarvon, el mecenas de la misión arqueológica, llevaban varios años buscando su última morada. Las vicisitudes por las que tuvieron que pasar antes y después del acontecimiento, realmente han merecido todas y cada una de las palabras que sobre él se han escrito.

Tuvieron que esperar hasta que Theodore Davis, otro millonario mecenas que trabajaba en el Valle de los Reyes, dio por finalizada la concesión que tenía para ello, con el convencimiento de que no había nada más por encontrar allí. Sin embargo, Carter y Carnarvon estaban convencidos de que aún faltaba por encontrar la tumba del que más tarde sería conocido como “el faraón niño”; se había encontrado una copa de cerámica con su nombre bajo una roca, así como un pequeño pozo que albergaba varias jarras, con un variado contenido: pequeñas impresiones de sellos con el nombre de Tutankhamón, fragmentos de ropa con etiquetas que marcaban los años 6 y 8 del rey, bolsas de natrón, algunos huesos, collares de flores marchitas y una máscara en miniatura de cartonaje dorado.

Su primera campaña tendría que haber sido en 1914-1915, pero el estallido de la I Guerra Mundial hizo que tuvieran que esperar. Así que no pudieron empezar los trabajos hasta 1917. El problema era por dónde empezar… Años y años de excavaciones sistemáticas en el Valle habían dejado el terreno lleno de ruinas y montículos, sin ninguna indicación que diera una pista de dónde se había excavado a fondo. Carter sugirió empezar por el triángulo formado por las tumbas de Ramsés II, Merneptah y Ramsés VI… allí encontraron restos de las cabañas utilizadas por los trabajadores de dichas tumbas. El primer impulso fue continuar excavando allí, pero para ello tendrían que cerrar la tumba de Ramsés VI, una de las más visitadas del Valle (además de que, probablemente, creían que no podía haber otra tumba real tan cerca), así que continuaron en otra dirección.

Cinco años después, Lord Carnarvon estaba más que harto de gastar dinero sin haber encontrado ni siquiera alguna pieza de interés; así pues, comunicó a Howard Carter su intención de acabar con la misión arqueológica. No era lo que Carter hubiera deseado oír… así que le propuso continuar un año más, pagando los gastos de su propio bolsillo. Ante ese órdago, Carnarvon respondió como un caballero inglés: de acuerdo, harían una campaña más, y él seguiría corriendo con todos los gastos.

Volvieron al lugar donde excavaron por primera vez, el de las cabañas de los trabajadores. Sacaron los restos de dichas cabañas… y el resto ya es Historia.

Marta Villanueva.

Socia co-fundadora de Antiquitas, Cultura y Humanidades.

Imagen: By Harry Burton (English, 1879–1940) – Harry Burton: Unbroken Seal on the Third Shrine (TAA622) – Heilbrunn Timeline of Art History – The Metropolitan Museum of Art, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=33152948

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