Tutankhamón: el post-descubrimiento (I)
El descubrimiento de la tumba de Tutankhamón significó un antes y un después en la Egiptología mundial, sobre todo en lo que respecta a las relaciones de las misiones arqueológicas con el Servicio de Antigüedades egipcio: a partir de ese momento ninguna pieza encontrada en Egipto podía salir del país, ni siquiera para ser estudiada. Se acababa así con las prácticas que llevaron a engrosar las colecciones de los grandes museos.
Además, el acontecimiento comportó un renovado interés por el Antiguo Egipto. Alrededor de la recién descubierta tumba se agolpaban cada día curiosos, deseosos de ver los tesoros que de ella salían. Howard Carter, su descubridor, de vez en cuando se “apiadaba” de ellos, trasladando alguna pieza desde la tumba de Tutantkhamón a otra tumba cercana, habilitada como almacén, sin cubrir, para que todos pudieran disfrutar de su visión.
El vaciado de la tumba de Tutankhamón no fue una tarea fácil. Se necesitaron 10 años para llevarlo a cabo, teniendo en cuenta que los trabajos anuales en la misma duraban unos 3 meses cada año. Pero es que cada objeto presentaba numerosas dificultades antes de moverlo: había que estudiarlo detenidamente, para saber cuál sería el mejor método para transportarlo sin que sufriera daño alguno. Hay que tener en cuenta que en la mayoría de la tumba, los objetos se agolpaban unos encima de otros, constituyendo un enorme juego de mikado: mover una pieza significaba la posibilidad de mover a su vez dos o tres más, con el consiguiente riesgo de que quedaran todas reducidas a cenizas.
Mucho se criticó años después a Howard Carter por la forma en que trató los restos mortales de Tutankhamón, sobre todo en su afán por separar sus restos del sárcofago, al cual habían quedado totalmente pegados debido a las resinas utilizadas en el proceso de momificación. No fueron métodos ortodoxos según la concepción de tratamiento de los restos imperante hoy en día, pero debemos tener en cuenta que eran los únicos que pudo utilizar en su momento. En su descargo, y como prueba de la responsabilidad que sintió el arqueólogo para preservar los tesoros encontrados, hay que agradecer a Carter la dedicación que mostró en documentar, dibujar y situar en su entorno cada objeto que encontró; gracias a ello, tenemos una información preciosa de lo que constituyó un enterramiento real en el Antiguo Egipto. Cada detalle de esa ingente tarea fue fotografiado por Harry Burton, fotógrafo del Metropolitan Museum, de Nueva York. Si queréis disfrutar de dichas imágenes, os aconsejo acudir a la página del Griffith Institute (http://www.griffith.ox.ac.uk/discoveringtut), y dejar pasar el tiempo viendo “cosas maravillosas”.
Otra de las consecuencias del post-descubrimiento de la tumba de Tutankhamón (y de lejos la más popular) fue la aparición en escena de la maldición de la momia… pero ésa es otra historia.
Marta Villanueva
Socia co-fundadora de Antiquitas, Cultura y Humanidades
Imagen: The Times, de dominio público vía Wikimedia Commons